Con el Madrid maniatado por el Barcelona en 45 minutos para el olvido, Carlo Ancelotti decidió tirar de Kylian Mbappé, que no fue titular al no estar al 100%, para tratar de despertar a un equipo que navegaba sin rumbo por el césped de La Cartuja. El francés se quedó calentando mientras el resto acudían desesperados al vestuario en busca de una solución casi milagrosa. Y tras un calentamiento completamente al trote, nada bueno hacía presagiar, el 9 explotó por completo para poner en duda la decisión del italiano con el once elegido para la final.
En el banco se quedó Rodrygo, que desperdició quizás su última oportunidad, y el equipo blanco cambió la cara al instante. La presión a campo entero y la rabia acumulada hicieron el resto del trabajo tras el meneo visto en la primera parte. Y a los pocos minutos, Carlo volvería a mover ficha con un doble cambio que destrozó el entramado defensivo y la limpia salida de balón de los de Hansi Flick. Quizás con corazón, garra y ganas de comerse el césped (lo que sí aportaron Modric y Arda Güler) era suficiente para hacer daño al rival. Así fue. Las ocasiones se fueron agolpando sobre la portería de Szczesny para despertar a la afición blanca antes de que Mbappé ejerciese de estrella, un estatus de jugador diferencial que el Madrid necesitaba por todos los medios que decidiese recoger el reto.
Primera falta directa de Mbappé
El delantero francés se echó el equipo a la espalda, con la inestimable ayuda de Bellingham, para fabricar de la nada el 1-1. Arrancó con fuerza para dejar atrás a Iñigo Martínez con un bello caño antes de encarar la portería azulgrana con una carrera que acabó con falta clara de De Jong en el borde del área. Y mientras todos los jugadores del Madrid pedían la roja para el holandés, De Burgos mostró la amarilla, Mbappé se aisló de todos para concentrarse antes de ejecutar un plan que en su cabeza no tenía fisuras.
Mbappé agarró el cuero, lo besó con mimo y lo plantó sobre el césped antes de engañar a Szczesny con un golpeo seco y ajustado al palo contrario a la barrera. De crack, de jugador franquicia. Me hacen la falta a mí, la tiro yo… y no hay que hablar más. El francés anotó su primer tanto de falta directa con la camiseta del Madrid quizás en el momento más importante de todos, donde los detalles de calidad sirven para revivir a cualquier muerto.